El comisario García, Gustavo Gorriti, Caretas 2020
jueves, 27 de marzo de 2008
El Comisario García
- El boicot que Reporteros sin Fronteras, la eminente organización internacional de defensa de la libertad de prensa, ha llamado a efectuar contra la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. Como RSF indica, “China no ha respetado ninguna de las promesas que hizo en 2001 cuando fue elegida para organizar las próximas olimpiadas. Por el contrario, el gobierno reprime brutalmente las manifestaciones tibetanas e impone un black-out informativo. Hu Jia, ese incansable defensor de los derechos humanos, podría ser condenado a cinco años de cárcel, en un juicio expeditivo y nada equitativo. Los responsables políticos del mundo entero no pueden seguir guardando silencio ante una situación así”.
- Las protestas de organizaciones de derechos humanos, de gobiernos democráticos y de personalidades como Steven Spielberg contra la complicidad china con el genocidio que Sudán impulsa, apaña y perpetra en Darfur.
- Las actividades por el día mundial contra la cibercensura, el 12 de marzo, para protestar contra la persecución a la libertad de prensa y expresión en internet. Junto con salvajes dictaduras, como Birmania, y despotismos oscurantistas, como Arabia Saudita, China es una de las naciones que más persigue la libertad de expresión en general e internet en particular. Y no solo lo hace con filtros y hackers oficiales, sino con detenciones, violencia, carcelería.
Un ejemplo dramático es el del ciberperiodista Guo Qizhen, a quien su esposa, cuando lo visitó recientemente en la cárcel de la provincia de Hebei, encontró cubierto de moretones y hematomas y sin recibir atención a sus varias heridas, que incluían una pierna fracturada. China sigue teniendo la infame distinción de ser el país con el mayor número de periodistas encarcelados en el mundo.
- Los manifestantes tibetanos y los ciudadanos de Taiwán. Los primeros por pedir autonomía y los segundos por no querer renunciar a la democracia tan difícilmente conquistada y que tan bien les ha funcionado.
- Quienes se atrevan a disentir que China sea una economía de mercado y no acepten la confesión de fe conscientemente equivocada ni la teología del newspeak.
La cosa va así: Si se trata de una nación regida por el Partido Comunista y por nadie más. Si el Partido planifica, encauza y dirige la estrategia económica, ¿es eso economía de mercado? ¿Marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento guía del camarada Von Hayek? Bueno, se dirá que todo el mundo sabe que China no es una economía de mercado, pero como te exige que tú digas que lo crees, hay que darles gusto. Al fin, si París bien vale una misa, se dirá que Pekín bien vale hacerse el idiota.
Esos son los enemigos que García se declaró presto a combatir en representación de los peruanos y servicio a China.
Viendo al comisario García, me pregunto: ¿No elegimos acaso a esa persona para defender la Democracia? ¿No fue ese el principal, más bien el único argumento que lo llevó a la presidencia ante la alternativa autoritaria de Humala?
El 2006 hubo gente que votó tapándose la nariz, para evitar un mal mayor, pero que ahora parecieran estar oliendo rosas. A mí me parece lo contrario: que el 2006 tuvimos un político con un pasado conocidamente oscuro, pero con credenciales democráticas entonces fuertes. Eso último huele muy bien. Ahora en cambio, junto con ese pragmatismo con sobrepeso, expresado en disquisiciones de casi conmovedora endeblez intelectual, empieza a percibirse la pécora de un autoritarismo todavía incipiente pero ya preocupante, al que se siente acompañado por una corrupción que cada día pierde timidez.
Y en Japón, García hizo tanto por caerles bien a sus anfitriones, que antes que presidente de un gobierno democrático pareció un enviado de Cambio 90.
Es que cuando Alan García viaja, hay que estar alerta, pues para él un viaje importante puede resultar una especie de voluntario camino a Damasco: el cambio geográfico es su geografía del cambio y el viaje se hace metamorfosis.
Toledo era mimético. García es lábil. Hasta ahora, su metamorfosis más marcada fue la que se produjo en la segunda quincena de julio de 2004. El 14 de julio de ese año, el día de la patada en la posterioridad del señor Lora, García marchó junto con la CGTP. Todo un orgulloso perro de hortelano, que sabía cuándo ladrar y dónde levantar la pata. Ocho días después, en Washington, empezó la revelación, que culminó en Nueva York y nos trajo de regreso a fines de ese mes al nuevo evangelizador de las inversiones, con sus matemáticas de proscenio, de oceánica extensión y escasa profundidad.
Eso, la falta de rigor, consistencia y profundidad, es lo que lleva a perder las proporciones. Puede que el cliente siempre tenga la razón en un supermercado, pero un país es bastante más que un anaquel. Podemos y debemos hacer negocios con China. Les conviene y nos conviene. Pero eso no debe significar que debamos convertirnos ni en cipayos ni en aliados políticos de una dictadura, y mucho menos que debamos acallar o renunciar o dejar de cultivar el valor central en nuestra República: la democracia.
Salir a conquistar los mercados del mundo no debe permitirnos olvidar que lo hacemos desde una democracia que costó conquistar el dos mil y que sufre desde entonces, en lugar de progreso, una continua erosión. Aún así, este sistema anémico e imperfecto es, ya que se habla tanto de puesta en valor, el mayor patrimonio del Perú: el derecho de cada uno a expresarse, informarse, decidir, saberse libre. El deber de desarrollarse en libertad y ayudar a los demás a hacerlo, tal como algunas democracias nos ayudaron cuando lo necesitamos. Eso quizá no suene muy pragmático, pero lo es. Mucho más que ir a ofrecerse de aliado político de dictaduras en Pekín.