Cuando Hulk dialoga, Gerardo Seminario
domingo, 30 de marzo de 2008
– El problema es la economía doctor. Hace años, un ejemplo, Nieva era un territorio awajún, ahora para ver una casa awajún debes caminar uff! hasta arriba, lejos debes caminar. Cuando vino la economía, pura gente de fuera vino, ahora ya no ves casa awajún en ningún lugar –Durante los cinco meses que lo conozco, podría jurar que la piel oscura y algo arrugada de Alberto, sus manos de campesino, de alguien que ha trabajado toda la vida y su cabello largo, han cambiado tan poco como la camisa, sandalias y pantalón que siempre lleva encima. En las asambleas Alberto habla fuerte como todo wampís o awajún, pero también escucha con la misma intensidad.
No aparto mi mirada de sus ojos, el tema es serio y ninguno de los dos queremos reírnos. Yo sé que, estando en el centro de Nieva, conversando en su única y principal avenida, no hay nada a mi lado que no hable de migración, de colonos serranos que viajaron hace mucho buscando mejores tierras y ahora se dedican al comercio. Sé que tanto aquí como en el otro lado del río, las oficinas públicas están llenas de profesionales de la costa norte o de Chachapoyas. Sé también que Nieva es la base de diversas ONGS que entran y salen del rió del mismo nombre, del Cenepa, Santiago y Marañón. Y sé además que con deslizar sólo un poco los ojos, mi vista se llenará de golosinas, ropa, maletines, herramientas, productos mil que venden los tantos establecimientos comerciales que aquí se asientan. Entiendo a qué se refiere Alberto, aquí hay indígenas, pero estas tierras ya fueron ganadas por colonos y los profesionales nativos que quedan han transformado su cultura en folklore y su lengua materna en una herramienta de comunicación con el pueblo de sus padres.
A sólo unos pasos y horas de allí, Javier lamentaba lo poco trabajadores que son los indígenas – Esa plata que da el programa JUNTOS, debiesen darla a la gente de la sierra, allí sí hay gente pobre pero trabajadora. Aquí la gente no trabaja, sólo son buenos para quejarse–. Javier está muy agradecido con la empresa, que igual que las ONGS y el estado, organizan talleres y lo contratan para dar pensión. Vivir en Nieva es caro, por su pequeño local de 7 x 4 m. paga mil quinientos soles al mes, toda la casa la quieren alquilar en 1000 dólares a una institución, en Lima costaría menos de la mitad y por el mismo costo de su menú tendrías una comida más sustanciosa.
En Guayabal, una comunidad a sólo tres horas en chalupa de allí, Oliver piensa parecido. Ha estado casi 14 años en Chiclayo, su especialidad dice es la soldadura, pero aquí no hay nada que soldar. En su casa nos invita tumbo, naranja y plataniza mientras nos habla de lo productiva que es la tierra acá y de cómo sus hermanos indígenas pierden el tiempo yendo al monte a cazar, cuando podrían sembrar una hectárea de arroz o maíz. Él planea sembrar varias junto a su hermano y padre, saca frente a mí cuentas que parecen muy auspiciosas, sobre todo si se les compara con la ausencia general de dinero en su comunidad. Más tarde, en la casa del hermano de Rodrigo, frente a platos de carachama, pituca y curvince –esa hormiga tostada que sabe a tico tico–, la ilusión de Oliver por la entrada de la empresa se desluce bastante.
– Yo nací en Ecuador, es decir, cuando yo era pequeño se pensaba que era Ecuador, pero luego vino la guerra y ya todo era Perú. Pero yo soy ¡bien peruano!
– ¿Por qué Rodrigo? ¿Cómo son los ecuatorianos?
– No, o sea, somos iguales. Los dos somos Shuar, pero ellos son malos. En la guerra allá obligaron a los indígenas a pelear, acá no fue así, pero igual nos metimos a pelear para defender nuestra patria. Hace dos años hubo un reencuentro en Chapiza –otra comunidad del Santiago– y allí volví a ver a mi familia, a mis tíos y yo les dije “tienen suerte que yo no entré a la guerra, sino ya no estarían acá” –Se ríe, luego me cuenta de lo dañino que es el petróleo, me habla de sus hermanos del río Corrientes y sus enfermedades. Rodrigo es técnico en enfermería y entiende mucho menos del petróleo que de los problemas que le causa el SIS entregando medicamentos para diabetes en vez de antibióticos para los niños, pero su forma de pensar es más bien mayoritaria, para pesar de Oliver, quien cree que la empresa puede dejar “algo bueno”. Oliver tampoco sabe exactamente qué es ese “algo” que la empresa le va a dar. En ese sentido está tan informado como Rodrigo.
Bajamos del alto Santiago, a pocas horas de la frontera con Ecuador hacia Nieva. Hace no mucho, cuando subía, una maestra indígena y dos pasajeros más compartían una copia de un boletín de PeruPetro en el que se indica cómo ha sido el proceso de concesión –lote 116– para la zona. Entro al local comunal de Villa Gonzalo que, como en otras comunidades, cuenta con un gran mapa elaborado por el Instituto del Bien Común donde se puede ver el área del lote y su superposición con la reserva comunal, los territorios indígenas y hasta la capital de la provincia de Condorcanqui, Santa María de Nieva. En todas las comunidades se habla del tema; en Galilea, la capital del distrito de Río Santiago, un líder de la Sub Sede del Comité Aguaruna – Huambisa, me muestra otro boletín y me indica qué instituciones con presencia en la zona han firmado convenios con PeruPetro.
Desde antes de diciembre, desde mucho antes que llegara acá, este ya es un tema de discusión en asambleas. Las dos federaciones del Santiago han hablado y hablado al respecto y la última semana, previa a la llegada de la comisión conformada por PeruPetro, Hocol y otros, ha sido la más agitada. Ha habido reuniones de ancianos en Boca Shinganaza y en Villa Gonzalo, ambas condenan el intento de ingreso inconsulto a la zona. Sólo dos días antes de la reunión, otra se llevaba a cabo en el mismo local en que ahora se reúne el estado, la empresa, los líderes y autoridades locales, pero esta era sólo con líderes indígenas de las 11 federaciones y las 5 cuencas, esta sí por completo en awajún – wampís.
Al tiempo que los líderes discuten, uno de los consultores que ha llegado a organizar la reunión, habla por su celular satelital, recostado en la entrada del principal hostal de Nieva. Su piel blanca, ropa extraña y cara desconocida ya concentran las miradas, el extraño aparato de gran antena que lleva en la mano termina de atraer la atención en un lugar donde los pocos teléfonos fijos que existen son de G Lat y están en el municipio, el hostal, la subgerencia y otros pocos lugares. Lo miran, pero él no los ve mirarlo. La mirada es un aparato misterioso que opera por capas, en consonancia con el conocimiento. Para ver y conocer capas nuevas tienes que haber pelado primero las de fuera y con tan pocos días acá aún ni siquiera han buscado el cuchillo para trabajar sobre esta misteriosa fruta. Celular satelital, tickecitos de colores para la comida y ni una noche compartida en una comunidad, así es como funcionan estas consultoras con nombre de detergente que lavan el camino a las empresas hidrocarburíferas.
Empieza la asamblea y sigue empezando por dos horas, la representante de PeruPetro no sabe cómo continuar. Los líderes siguen interviniendo mientras ella se ahoga en un río que apenas conoce.
– La reunión la dirijo yo…no voy a entrar al diálogo…ustedes son mis invitados… lo que está haciendo ahorita es interferir con nuestro programa….su documento no está en nuestra agenda… esta es una reunión informativa no una asamblea… por favor entiendan… tenemos una agenda, no me ha dejado comenzar, yo tenía que indicarles la agenda, por eso les hablaba de que hay un espacio, pero ustedes no me están dejando… ¿cómo dice?, voy a dejar la palabra al alcalde.
Desde mi oficina se escucha todo, en Nieva todo se escucha siempre, las paredes son delgadas y siempre hay alguien a tu costado; pueblo chico, infierno grande, reza la sabiduría popular. Intento concentrarme en mi libro, busco nuevas metodologías participativas para los talleres que tengo que hacer al día siguiente en una comunidad del alto Santiago. El primer capítulo del libro habla de condiciones para el diálogo, de lo necesario que es la confianza, ganada a través de la escucha, del sincero respeto por la opinión de los otros, de dejarles saber que su punto de vista te interesa.
– Sr. Acá yo dirijo la reunión….no vamos a entrar en discusión.
El pueblo intenta entregar un documento y que sea leído, la representante de PeruPetro recalca que no está en agenda, que si querían entregarlo lo debieron hacer por vías formales antes. La sala revienta de gente, la pequeña comitiva está sola frente a unos doscientos o más líderes de organizaciones y comunidades. Finalmente, luego de hablar a su pueblo en awajún, el alcalde provincial pide “encarecidamente” a la comisión que de lectura al documento para no entrampar la reunión y poder seguir con la agenda establecida.
El documento condena la presencia de la empresa, pero más la intervención inconsulta del estado nacional, hace referencia al convenio 169 y sustenta el porqué este los ampara, cuál es la lógica de consultar previamente al pueblo. Cierra finalmente con una condena a Cesar Sara Sara del CONAP (ya lugar común en estos documentos en toda la selva indígena peruana), el rechazo a la ley de la selva y el pedido de respeto por sus decisiones. Luego empiezan las intervenciones indígenas a mano alzada, una tras otra:
– No necesitamos más información, ya sabemos a qué viene, si quería dialogar, pues no es un pecado compartir el documento, si vamos a dialogar pues reciban el documento.
– Lo antes manifestado hace referencia a que lo único que se busca es obtener cientos de millones de dólares que van a parar a dirigentes alimeñados, congresistas corruptos y empresas de Estados Unidos.
– Perdón, ya vamos a seguir y olvidémonos del instante anterior ¿ya? – La representante de PeruPetro cree que ya todo acabó.
– Deseamos que los dirigentes y el alcalde de la región se sienten en la mesa junto a ustedes. Si no hay una negociación anterior, que sea el pueblo el que los escuche – Continúan los líderes, preguntándose por qué si esta es su provincia ellos están parados frente a estos apash como convidados de piedra.
– Nosotros hemos respetado durante años al estado peruano, ahora queremos que él nos respete, porque siempre es información, ya estamos cansados de información.
– Muy breve su intervención por favor –Intenta continuar guiando la reunión, que escapó de sus manos desde el inicio.
– Tiene que haber respeto, claro, pero ese respeto lo ha violado el Estado al concesionar y después venir a consultar, eso es violación de derechos y ahí se pierde la confianza. Entiéndanme funcionarios del estado, el pueblo indígena no viene luchando por primera vez, no solamente aquí en el Perú, en todo Latinoamérica, en EE UU. Esto lo hemos venido debatiendo en diversos eventos nacionales y mundiales, este asunto no es nuevo, somos indígenas que también sabemos pensar, venimos desde años defendiendo la herencia millonaria que nos han dejado nuestros abuelos. Esto no se trata de dinero sino de los recursos, las riquezas que nos han dejado nuestros abuelos. El dinero no se come.
– Así llegaron a Camisea, a Yanacocha, los hermanos asháninkas sufren de cadmio, igual que el hombre que enamora a la princesa, te voy a llevar a la luna le dice con palabra dulce y luego es un borracho que la hace sufrir. Hermanos no se dejen enamorar, si nuestros líderes se vendieron por unos cuantos dólares, soles o euros, el pueblo aún no se ha vendido. ¿Cómo está Choropampa? Derramaron mercurio y los que se acercaron ahora viven inválidos.
Sólo el día de ayer discutían en grupo en la recepción del hostal, cómo van a dar respuesta a las preguntas sobre la reserva comunal, sobre la sobre posición con el área natural protegida. El hotel de paredes delgadas, ya estaba lleno de líderes indígenas bilingües que ellos mismos habían invitado. Poco más tarde, en uno de los pocos restaurantes de Nieva, conversaban extensa y preocupadamente sobre qué dar de comer, que poner en el break, sin saber que el plato de fondo eran ellos.
Cuando acaba la mañana, Hocol ha tenido espacio de hablar de sus experiencias en Colombia y Venezuela. Los líderes han escuchado, pero antes han pronunciado su posición. En mi cabeza da vueltas ciertas frases vertidas ¿quién es el invitado si estamos en territorio awajún–wampís? La empresa ha hablado de confianza y respeto tanto a las leyes del estado como a las comunidades ¿cómo es posible la confianza y el respeto si mi tierra ha sido concesionada sin hacerme ni una pregunta antes y tú has aceptado esa forma de concesión? Entonces, ¿cómo puede haber diálogo sin confianza, sin respeto?, ¿cómo puede haber diálogo si sólo yo hablo, si nosotros somos tus invitados estando tú en mi casa? ¿cómo puede haber diálogo sin diálogo? ¿Cómo puede haber diálogo si ya antes tú decidiste qué vas a hacer con mi casa –mi bosque– sin consultarme? El estado nacional se empeña en ser, en temas de tanta importancia, una caricatura de si mismo, que ha decidido funcionar bajo la lógica de un personaje ficcionado como Hulk: avanzaré y avanzaré y aunque con el muro me golpee, al final, a fuerza bruta, este romperé.
Llega la noche, poco antes de la fiesta lobby que precede la retirada de la comisión, esta se vuelve a reunir en la recepción del hotel, un puñado de líderes los acompañan. Ahora sí hay diálogo y una conclusión que asegura que esto es igual en todas partes de la selva peruana, pero que nunca los ha detenido de llevar el desarrollo a aquellos que no lo quieren. Saque usted su conclusión ¿diálogo, información o anuncio?